El resplandor de la luna

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Los animales de la selva estaban todos revueltos. La vida no parecía la misma desde aquella noche en la que la luna brillante y redonda desapareció para siempre.

No habían vuelto a ver la luna nunca más y en lugar de su brillo la noche se había convertido en una oscuridad inmensa. Incluso las estrellas parecían tener un tintineo mucho más débil debido a la gran pérdida.

Los animales decidieron reunirse aquel día para buscar una solución. Allí estaban todos. No faltaba nadie. Estaban en círculo y podían verse las caras. Hubo silencio y muchas miradas distraídas, hasta que el canguro nerviosamente empezó a saltar y brincar.

(Canción del Canguro)

Después dijo:

  • ¡Tenemos que encontrar una solución ya! ¡ Debemos partir y buscar el resplandor de la luna!

    ¿Quién quiere venir conmigo?

Hubo un gran silencio. No hubo respuesta… hasta que el Oso, su mejor amigo, se levantó y empezó a caminar en círculos.

(Canción del oso)

Convencido dijo:

  • ¡Estoy contigo!

Más tarde los dos inseparables burros gemelos también aceptaron el reto y afirmaron con un gran rebuzno melodioso:

(Canción de los dos burros)

Estaban muy decididos y no había marcha atrás. Decididos a encontrar el resplandor de la luna y traerlo de vuelta. Sin miedo. Con valor. Así la reunión llegó a su fin.

A la mañana siguiente los amigos partieron. Hicieron sus mochilas y se adentraron en la inmensidad de la selva. Tomaron un camino al azar, con los ojos cerrados, convencidos que la dirección tenía que ser tomada con el corazón.

Avanzaron lentamente atravesando con mucho sufrimiento la espesa maleza que les rodeaba. De repente, en la lejanía, escucharon un ruido ensordecedor:

(Canción del Elefante)

Se dieron cuenta que era un elefante. Sin preguntar empezó a separar con su trompa las grandes plantas para hacerles a los tres amigos más fácil el camino, después con un guiño de su ojo derecho desapareció.

Al final del bosque encontraron un río ancho y caudaloso. Estaban desesperados porque no sabían como atravesarlo. Además sabían que ese río estaba habitado por un cocodrilo terrible que custodiaba la aguas con mucho recelo.

Estaban a punto de dar la vuelta cuando apareció un castor deslizándose por las aguas.

(Canción del Castor)

  • ¡Yo puedo ayudaros! – gritó el castor.

Empezó a construir velozmente un puente de madera ante la mirada estupefacta de los animales. Estaba a punto de finalizar cuando emergió de las aguas el Gran Cocodrilo a toda velocidad.

(Canción del cocodrilo)

Tuvo que darse mucha prisa y cuando acabó se refugió rápidamente en su hogar. A punto de ser devorado, su corazón latía a mil por hora.

Ya no había peligro para los animales que gritaron al viento:

  • ¡Gracias Castor!

Iban a cruzar el puente cuando entre la espesura apareció un Antílope:

(Canción del Antílope)

  • He oído que queréis encontrar el resplandor de la luna. ¿Puedo ir con vosotros?

  • ¡Claro! – Dijeron los animales todos a una.

Así siguieron caminando. Cruzaron una pequeña arboleda y se adentraron en un claro (valle). Allí se encontraron con un león enorme y feroz que les cortaban el paso. El león movió su espesa melena y rugió ferozmente.

(Canción del león)

Su rugido dio la vuelta al mundo dos veces hasta que regresó a sus fauces de nuevo. El león no iba a permitir que nadie cruzase su valle. Estaban ideando un plan para seguir adelante cuando apareció un saltamontes saltando lenta y pausadamente.

(Canción del saltamontes)

El saltamontes se fue acercando al león y de un enorme salto se coló en su melena. Allí empezó a hacerle cosquillas. Unas cosquillas tan grandes que el león no podía parar de reír. Reía y reía mientras iba rodando por el suelo. Los animales aprovecharon el momento y corriendo atravesaron el valle hasta encontrarse con una increíble y descomunal montaña ante ellos.

Así saltando y saltando empezó a escalar, hasta dónde pudo, la montaña el canguro.

(Canción del Canguro)

Al ver que su amigo no podía más . Empezó a subir el Oso con paso firme y hermoso.

(Canción del Oso)

Cuando ya no pudo más pidió ayuda a los burros gemelos.

(Canción de los Burros)

Sin prisa, trotando, fueron pronto llegando. Y allí un empujoncito a sus amigos les dieron. Todavía tenían que subir más alto así que gritaron:

  • ¡Ayuda!

Y así fue como el Antílope salió corriendo y se desvaneció entre los árboles. Ya no sabían que hacer, pero aguantaron como valientes…ahí estaban cuando aparecieron más animales con el Antílope.

Un Pony venía con él y subió decidido en su ayuda.

(Canción del Pony)

Con otro empujón avanzaron otro tanto. Ya estaban casi en la cima, pero necesitaba más ayuda. Más Ayuda.

También había un Reno señorial.

(Canción del Reno)

Con una gran cornamenta dio otro empujón y ya estaban casi casi llegando a lo alto de la montana.

Las hazañas de los animales habían llegado hasta las frías tierras polares. De allí también llegó la foca divertida palmoteando y jugando.

(Canción de la foca)

Se había formado una hilera de animales inmensa y estaban a un palmo de llegar a la cima, pero no había más animales que les pudiesen ayudar. Así que todos empezaron a proclamar al viento sus melodías.

(Canción Unsere liebe Schuler)

Todos lo hicieron. Todos cantaron. Todos pidieron y entregaron sus melodías.

No sabemos cómo sucedió pero de la montana empezaron a surgir hormigas.

(Canción de las Hormigas)

Se iban acercando al cuerpo de la foca que no se había dado cuenta de que estaban allí. La foca empezó a sentir un cosquilleo. Miró y vio a las hormigas. Se llevó un susto tal que dio un gran empujón a los animales que salieron volando para aterrizar en la cima. ¡Lo habían conseguido!

Sorprendidos miraron alrededor…

¡Allí estaba el resplandor de la luna!

La luna seguía estando allí arriba pero había perdido su brillo. Los animales uno a uno fueron recogiéndolo y se lo fueron regalando a la luna de nuevo.

Y así cuentan fue como el cielo nocturno se fue plagando de luz y las estrellas se animaron a lucir con más intensidad, y nunca más el cielo de la noche dejó de brillar.

Texto: Jose Paniagua

Ilustración: Paula Cabildo

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