La Reliquia

publicado en: Piedra, Cuentos Despistados | 2

 

Siempre se habló de aquella reliquia. Desde tiempos inmemoriales la historia se fue transmitiendo de generación en generación hasta que, un día, sin saber por qué, las palabras fueron enterradas por el silencio. Un silencio profundo  que pesa más que la misma tierra. Nadie volvió a hablar jamás de aquella reliquia, de sus colores, de sus brillos, de su secreto. De aquella reliquia que desvelaba los secretos más profundos de la humanidad.

Y fue la oscuridad, que se arraigó en los corazones de los hombres, la culpable de haber hecho desaparecer por completo el recuerdo que había permanecido en la memoria durante tanto tiempo. Ahora sólo parecía verse la ceniza de ese recuerdo.

El invierno cubrió el bosque de Lindenberg con un frío aterrador y ningún ser viviente parecía habitar allí por momentos…pero a lo lejos se vislumbraban unas pequenas luces que iban bailando en el aire. Un carruaje tirado por dos corceles negros se acercaba con rapidez. Las luces fantasmagóricas que creaban esas luces bailarinas eran dos farolas de aceite que bamboleaban con brusquedad. El carruaje se detuvo en medio del bosque mientras una figura lúgubre se acercaba a la ventana. Parecía angustiada, como si le fuese la vida en algo. Después, siguió avanzando por los tortuosos senderos del bosque de Lindenberg mientras el frio devorador de vida se iba apoderando del cochero y su huésped.

Aquellos fueron unos de tantos que buscaban desesperadamente la reliquia la cual contenía los secretos de la vida. De los instantes. De lo inconmensurable. Buscaron en cada rincón del bosque de Lindenberg ya que, se decía, era el lugar donde desapareció. Eso cuenta la leyenda. Ha habido, desde entonces, cazadores en busca de esa reliquia, en busca de una recompensa. Ha habido otros que esperaban controlar el mundo a través de sus secretos. Otros, almas despiadadas, solo querían saciar su sed de violencia.  Las historias sobre la reliquia siguen contándose de un lugar a otro, aunque cada vez hay menos oídos que las escuchen y menos bocas que la transmitan. Y eso también es muerte. Abandono. Silencio.

Soy uno de los últimos de la estirpe. Mi abuela me contó esta historia que hoy comparto con todos vosotros. La reliquia sigue sin ser encontrada. Nadie que tenga un corazón despiadado la encontrará jamás…me dijo mi abuela…Nadie que la busque en el bosque de Lindenberg la encontrará porque viaja con el tiempo y puede aparecer en cualquier lugar. Viaja con el viento, con el sol, con las olas. Con la música y el silencio. Viaja de un lugar a otro caprichosamente. Sólo si uno mira en su corazón podrá descubrir la reliquia que poderosa brilla ante sus ojos. Ante los ojos de su alma.

 

Ilustración: Paula Cabildo

Texto: Jose Paniagua

 

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Ilustración: Paula Cabildo

2 comentarios

  1. Ligia Bohorquez L.

    Hermoso mensaje, por más que busquemos la reliquia fuera no la encontraremos,
    ella está en nuestro corazón, de allí sale todos nuestros ideales para sentirnos orgullosos y realizados en la vida.

    • Jose Paniagua

      Muchas gracias Ligia por tu comentario. Para mí es muy importante vuestra opinión.
      Un abrazo. El próximo año viajaré de nuevo a la maravillosa Colombia.
      Hasta pronto.

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