LA LIBÉLULA
La libélula movía sus alas con destreza. Atravesaba los estanques que se escondían entre lo frondosos árboles. La libélula mostraba su belleza a cualquier animal que se atravesara en su camino y deteniéndose presumía con una pose de elegancia difícil de describir. Aquella noche la libélula andaba afanosa pensando en qué color llevar para esta o aquella fiesta cuando notó que algo pegajoso y áspero la acariciaba suavemente. Se dejó llevar por aquel abrazo que parecía expresar que ella era la más bella del lugar. Poco a poco, notó como la envolvía. Parecía haber sido seducida y parecía hipnotizada. Ese fue su último abrazo y como por arte de magia desapareció.
Esa noche plácida, en la inmensidad del bosque se oyó:
«croac»
y más tarde: «Eeeeercgk» .
Buenas noches…
pero no para todos.
Ilustración: Paula Cabildo.
Texto de: Jose Paniagua
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