Deslizándome por los raíles de la emoción,
miro a través del transparente cristal
y veo un cielo azul plagado de nubes
modeladas a su antojo por una mano
infantil y juguetona.
El prado azul es, pues, una aventura interminable;
En él encontramos un ratón asustado
que corretea temeroso porque un gato
enorme y despiadado
le está pisando los talones.
También vemos un osito de peluche
que amistosamente nos saluda
con la intención de recordarnos que
el día nos traerá buenas nuevas.
Además se desliza por los aires
un dragón chino que con cara
de muy buenos amigos
abraza al que se interpone
en su camino.
Es por eso que
observo el cielo
y deslizándome por los raíles
de la emoción voy caminando hacia él.
Me reconforta saber
que seguiré moldeando nubes
creadoras de aventuras impensables
que siempre serán expuestas en el cielo,
en el cielo…
de tus brazos.
Ilustración: Paula Cabildo
Texto: Jose Paniagua
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