Aquella manana de marzo

publicado en: Piedra, Cuentos Despistados | 0

 

Aquella mañana de Marzo…llovía. Con indiferencia miraba a través de la ventana viendo las cansadas gotas de agua golpeando, sin apenas fuerza, la calle. Despistado y nostálgico me acordaba de ella, de su pelo enmarañado, de sus ojos alegres, de su risa sabrosa…y, de esa manera, la sentía cerca, aún sabiendo que su alma, sin piedad, había cerrado las puertas a mi corazón.

Cansado y entumecido, viajaba observando las finas gotas de lluvia que se aferraban con angustia a los cristales.

Las gotas

C

A

Í

A

N

y

yo

con ellas.

Sin embargo, el ligero traqueteo de aquel tren revolvía mi espíritu; era como una suave turbación que hacía brotar la esperanza mientras las gotas seguían

C

A

Y

E

N

D

O

Mientras me ABRAZABA a la eterna ESPERANZA.

Así continuó el viaje, sin demora, como un barquito, que navegando a favor del viento, se deja arrastras por vagos pensamientos de

De O l a En O l a O .

Levando el ancla de la vida , con ternura, empecé a disfrutar de aquel momento; de aquel momento que tantos días había vivido. Como cada mañana de jueves. Con tantas caras familiares que me miraban como si me conocieran mostrándome un gesto de complicidad.

Repentinamente, toda la calma se quebró. Noté un enorme temblor y el tren se detuvo. Se oyeron gritos apagados de dolor. Un gran estruendo enmudeció la vida. Pronto El Pozo se tiñó de negro y las risas se transformaron en silencio.

Todo el mundo c o r r í a

Sin embargo, mi cuerpo estaba inmóvil. Traté de moverme pero fue inútil. Intenté gritar pero mi voz se ahogaba en el silencio. Tenía miedo y ,por esa razón, cerré los ojos …pero cuando quise abrirlos… no podía.

¡No podía!

Tardé un instante en comprender que estaba inerte, que estaba Muerto. Grité angustiado y mi mente murió conmigo.

Hoy mi espíritu vaga por el mismo vagón donde mi aliento expiró buscando aquella tímida esperanza que encontré y perdí en el mismo instante, en el mismo lugar.

Desde ese momento sólo me hago una pregunta, sólo una y sin preámbulos:

¿ Por qué ?

Texto: Jose Paniagua

Ilustración: Juan Palacio

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