El dolor de la tierra

publicado en: Cuentos Despistados | 2

 

Más allá de las montañas, más allá del bosque Perdido la Tierra tiembla con ira contenida. Se la puede ver inquieta cómo si algo le molestase en lo más profundo.

 

Con tristeza, sus cráteres emanan olores nauseabundos y ruidos ensordecedores que se pueden oír desde la lejanía mientras Ella se resquebraja en miles de grietas.

 

La Tierra mira de a un lado a otro en busca de doctores, pero no hay en la cercanía y así, tímida cómo es, se siente abandonada. Siente que la empatía por sus colores verdes, amarillos, ocres… ha sido desdibujada y sus atardeceres han perdido la magia de cautivar a sus habitantes.

 

Se busca a si misma y siente un dolor inmenso en su estómago que le hace retorcerse de agonía – pero no es nada físico – aquello es desolación y añoranza de un pasado ya extinguido. Un pasado de veneración por la Tierra Madre creadora de todo lo existente y amante de la vida. Ahora todo eso se desvanece y se sume en una depresión casi irreversible.

 

A pesar de su pena, a veces, duerme. Aunque el sueño es producto de la quimioterapia que va destruyendo sus bosques y mares tiñendo, a su vez, los cielos azules de un gris triste y contaminado.

 

Sin embargo, sé – y esto es un secreto- que la Tierra resurgirá con fuerza y sin temor porque sabe de sus obligaciones, de su lucha interminable. Sólo espero que ese momento no sea demasiado tarde para darnos cuenta que la Tierra tiene un poder indomable.

 

Texto: Jose Paniagua

Ilustración:

El dolor de la tierra 2

2 comentarios

    • Jose Paniagua

      Muchas gracias por tu comentario. Sí, esperemos que seamos conscientes y nos demos cuenta de ese dolor.

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